martes, 17 de agosto de 2021

Diario del soñante #012: Borrador

  Soñarte es, un recordatorio afilado que marca en mi libro, el pasado. Es eso que llama a la lluvia a cualquier hora del día. Lluvia agridulce que empapa las heridas abiertas que, a pesar del paso del tiempo, se reúsan a sanar...

domingo, 27 de junio de 2021

Diario del soñante #011: El cangrejo en la Luna

 Y lloras... Por que no obedeciste a tu corazón. Es algo que solo esta ahí. Lo sientes. Se ahoga. Y tienes que vivir con eso, por el resto de tu vida... No todos somos iguales, ¿sabes?

Pasas todos los días preguntándote si hiciste lo correcto. Te aferras a la pregunta sin encontrar respuestas claras. Quieres cambiar, tratas de seguir. Pero, tratar no es la forma correcta de vivir. Deseamos amor como las plantas buscan la luz del sol.

¿ Por qué tengo tanto miedo de avanzar?

Tendré que irme.

En cualquier momento...

sábado, 5 de junio de 2021

Diario del soñante #010: Safe

 Dicen que las palabras llegan con alcohol y un buen desvelo. 

 Aquí estamos, todas las noches. Mirando hacia las estrellas. Lamiéndonos las heridas. No sé cuál de las dos es mas grande...

 Tememos al fracaso. Tememos al futuro. A decir verdad, no se hacia donde, pero quiero correr, hasta encontrar mi lugar. Tengo tanto miedo, ¿sabes? Nos sentimos fracasados. Sin valor. Que la vida nos patea a propósito, tal vez es así. Pero, ¿Qué podríamos hacer? Reír, llorar, gritar, pensar, sonreír, explotar, empatizar, cuidar de nosotros mismos y de los demás hasta que nos encontremos en lo que nos parezca, el mejor lugar del mundo. El tiempo no espera a nadie... Tenemos vidas por hacer. Envejecemos y nos volvemos poco cuerdos. 

 

 Extraño aquella dimensión. ¿Por qué seguimos aquí, a media  noche?

 Lo estoy intentando, muchas veces...

 Tengo miedo a muchas cosas...Pero lo que más me preocupa es...

 

martes, 1 de junio de 2021

Sueño #027 : Espacio

  Habían sido tantas platicas nocturnas, mensajes a varias horas del día, risas, fotografías, video llamadas en tiempos de ocio, el vernos a los ojos a través del monitor y pensar: "Quiero verte...". Cada uno sabía a donde tenía que ir todo esto. Era mutuo. Solo era cuestión de que él volviera de la universidad para las vacaciones de verano. Yo lo esperaría ansiosamente. 

 Escribí su fecha de llegada en letras grandes, en mi pizarrón de cosas importantes. Esperaba ansiosamente...

 Pero, algo ocurrió. Silencio. No más mensajes. No llamadas. No chat. No correo electrónico o correspondencia. Comencé a preocuparme. Lo último que supe de él fue que volvería tal día, que nos encontraríamos en algún punto de la ciudad para vernos por primera vez. Él era un chico de mi misma residencia. Pero, nunca antes nos habíamos visto. Curiosamente, su primer día de universidad, fue nuestro primer día de conocernos. Me había suscrito a un programa de correspondencia entre universidades y recibí respuesta. 

 Lo que recibí a cambio, fue algo inesperado. Era una carta algo extraña. La postal, se veía algo vieja. Solo decía "Hola. ¿Estas tan aburrida como yo? Solo hago esto para cubrir mi puntaje y no perder mi clase de Sociales.  Responde, si quieres..."  Y, pues, respondí. Me parecía una persona que necesitaba sonreír. Trate de motivarlo a seguir con la correspondencia. Con el tiempo, comenzamos a agradarnos y a entendernos, A reírnos de cosas absurdas y tontas de la vida. A pesar de que estaba prohibido compartir correos electrónicos, o redes sociales, ninguno dudó en hacerlo. Pero, igual manera, teníamos que seguir con el programa, el punto era, sentirnos conectados con los demás de otras maneras y alejarnos de la tecnología, comprobar el gran impacto que tiene en la sociedad actual. 

 Él solo menciono que vivía en la misma ciudad que yo. Hablaba de cosas de su niñez, sus vivencias con sus abuelos, sus padres, la escuela primaria, los lugares a los que le gustaba ir como el Arcade y las fuentes de soda. Lo mucho que quería a su perro San Bernardo. Su video juego favorito, Space Invaders. Me mostraba fotografías algo viejas. Pero, a veces, cuando lo escuchaba platicar, no hablaba de la actualidad. Parecía que fingía que no conocía la música del hoy ni las tendencias. Solo el hecho de que existían las computadoras y formas de comunicarnos. Solo hablaba del universo, cosas viejas, poesía y sus gustos por la pintura y el dibujo a lápiz. 

 Espere días, semanas, meses. No había respuesta. Pensé que tal vez algo le había ocurrido y no podía comunicarse. 2 meses, ya era una exageración. Ya había enviado varias cartas a su correo universitario. Pero, todos los sobres, volvían a mí. "NO LOCALIZADO".  Envíe correo a la misma universidad. No hubo respuesta. Llamé... Sentí que fue algo que no debí hacer. 

 Me contesto una secretaria que directamente me envió al departamento de Ciencias Sociales y de ahí, con el profesor a cargo del programa de correspondencia. Pregunté por mi amigo. 

 "Ese nombre no esta en la lista de corresponsales. Ni siquiera es un alumno de mis clases. ¿Está segura que los datos son correctos? 

"A usted señorita, si la recibimos como corresponsal pero, la alumna que se le fue asignada tuvo problemas de salud y tendrá que tomar el próximo semestre. Me temo que mi secretaria no le envió esto como se lo había pedido. No recibimos ninguna carta de usted, si dice que las envió. Lo siento mucho por lo ocurrido."  

 Me quedé en silencio un rato. Pregunté una y otra vez por su nombre. Nada. Me aseguró varias veces que no existía un alumno con ese nombre y características. Le dije que estaba bien, no había problema, tal vez yo me había equivocado. No entendía nada. Entonces ¿Con quién estuve hablando por meses? ¿Si dicen que no recibieron ninguna carta mía, entonces, quién las recibió? ¿Dónde están? Las cosas de las que el hablaba, eran reales. Su cuarto, era de la universidad, o ¿no? Hablaba de la ciudad, las cosas que conozco. El nunca me dio su dirección. ¿Dónde está? ¿Por qué dejó de escribir? Estaba asustada. Y de alguna forma, también me sentía herida... 

 Salí a caminar un rato. Pensaba y pensaba, lo extraño que era todo y que era ridículo el hecho de que parecía que lo que había vivido nunca pasó. Camine sin sentido y sin darme cuenta, la ruta comenzó a parecerme conocida. Era la ruta de los lugares favoritos que él me había contado. Hace un par de meses habían inaugurado una fuente de sodas. Pasé por ahí y me fui directo a un parque que estaba a unas cuadras de ahí. Me senté por un momento, levanté la cabeza y me quede ida, viendo el cielo. comenzaba a hacerse de noche. Enfrente de mi, el arcade estaba por cerrar y varios niños salían de ahí apresurados por que se hacía tarde y tenían que llegar a casa a cenar. Los escuchaba platicar sobre sus puntajes del día en Space Invaders y de a quienes de su cuadra tenían que vencer. Pasaban delante de mi, recorrían del parque de punta a punta a pie, pero con prisa.

 Algo en ellos, me hizo estremecerme. Vi algo familiar. No podía explicarlo. Los seguí con la mirada hasta que llegaron a la próxima esquina. Pensé que seguía asustada por lo que estaba pasando y decidí volver a casa, pero, tome el mismo camino que aquellos niños, tenía una sensación rara, quería saber algo, pero, no sabía qué. Uno de ellos, creí reconocerlo, sin saber nada. 

 Caminaba y veía como se despedían, se separaban y decían que al día siguiente le darían una paliza a los niños de aquella cuadra. Seguí así hasta que solo quedó uno. Llegó a su casa, de su portón de hierro apareció un perro gigante y babeante, me ladró y corrió hacia mí. Me lanzó contra el suelo, me daba varios lengüetazos. Era un San Bernardo, bastante grande. 

 "¡¡¡Lizzy, ven acá, déjala ya!!!!"

 Me quitó al animal de encima. Se disculpó muchas veces y me ayudó a levantarme. Lo vi, y algo se estremeció dentro de mí, de pies, a cabeza. Su rostro. Yo ya lo había visto antes. 

 "Perdón, mi perra a veces no se controla, casi nunca la dejo que salga y la primer persona que la quiere llevar a jugar, ¿quieres que te ayude a limpiarte los raspones? Mi mamá es buena con esas cosas. Aunque se que me va a regañar, ven..."

 Tenía 10 años. Era pequeño y delgado, moreno. Cabellos rizados y abundantes. Me tomo del brazo y me llevo adentro. Le dije que no era necesario pero, él insistió. Sentía que iba a desvanecerme. Algo era raro, esto, lo conocía. No sabía que era. Me estaba dejando llevar. 

 Me dejó en su sala de invitados, corrió a  la cocina, su mamá estaba ahí. Lavaba platos y preparaba la cena.  Le explicó lo que había pasado con su mascota y que necesitaba ayudarme a limpiarme los raspones. Me alejé un poco de ahí, a mi alrededor había muebles viejos, pero se sentía acogedor. Cuadros, muchos cuadros. 

 A lo lejos, su mamá parecía estar molesta con el niño por no haber regresado del arcade a la hora acordada. Merodeé un poco por la sala, varios cuadros, diplomas de reconocimiento escolar, con su nombre. ¿Era mucha coincidencia? 

  Ese nombre que me negaron en la universidad. El nombre de la persona que estoy buscando y no sabía bien donde. Al que le había escrito todo ese tiempo. La persona que según yo, existe. Era su nombre. El mismo. Cada letra.

  Por un instante, como si el universo me dijera "¡¡¡Es aquí, mira aquí!!! es ahora, es así, no hay nada más...",  sentí que algo me jaló hacia un rincón. Sobre un televisor, un marco color plata con una fotografía, la misma fotografía que él me mostró con tanto orgullo.

 La foto de su familia, el día de su cumpleaños, cuando era niño. La misma que vi a través de mi monitor. 

Era el  mismo niño que estaba emocionado de ayudar a su nueva amiga con sus heridas.

El mismo niño que me miraba ansioso desde la cocina, 

con una sonrisa. 

lunes, 20 de abril de 2020

Diario del soñante #009: All I Ever Wanted

 Cuando todo este perdido.
 Cuando ya nos demos por vencidos.
 Será la ultima vez.
 Sentiremos el vacío mutuo que permanecía y perdurara a través de los años.
 Entonces, será la última vez
que corra hacia ti. 
 De forma desesperada, mandando al carajo al mundo mientras que tu, seguirás un nuevo futuro.
 Entonces será la última vez.
 Llorare en blanco a través del cristal, el mismo que te ve marchar infinidad de veces.
 Será la ultima vez.
 Que miraras de forma instintiva para verme al despedirme.
 Que te darás un respiro, esperando que lo mejor llegue...
 Y ahí estaré, esperando.
 Soñando.
 Una última vez.

viernes, 4 de agosto de 2017

Sueño #025: Wake up!!!

  "El centro de juegos era bastante concurrido. Todas las mesas estaban ocupadas, desde la entrada hasta donde podia verse una muy retirada área de máquinas tragamonedas. Un pasillo abierto pero corto. Pasar por seguridad era indispensable, podía sentir el frío tubo detector de metales deslizandose por mi mano.
   Él y yo. Visitando a un amigo que trabajaba en el lugar.
  Lo encontramos. Una camisa roja de uniforme. Estaba bastante ocupado para atendernos.
- Si quieren esperen en aquellos asientos, les avisare cuando tenga una mesa libre.
  Él, sonriente, tallando pesadamente su mano en mi cabeza, respondió:
- Si. No te preocupes, yo la cuidaré.
  Mi cabeza, un nido de pájaros como suelen decir.
  El se sentó en un sillón para uno. Lo vi extender sus manos y acomodarse plácidamente. Yo buscaba una silla para acompañarlo. Pero, de espaldas, sentí un tirón, caí: Él había sujetado mi camiseta, tiró de ella hasta que terminé sentada en su regazo. Abrió su holgado suéter, rodeó mi cuerpo, se cargó su quijada en mi cabeza.
  - Quedemonos aquí. 
  Atrapada. Otra vez. Poco a poco, dejé de sentir frío. El calor de su cuerpo, era agradable. En silencio, miraba a los niños jugar.
  Un beso. En mi cabeza. Como si cuidara de mi. Sus brazos, me rodeaban con mas fuerza. Lentamente giré mi cabeza hacia el. Pero, besó mi mejilla. Parecía un tonto, mirando hacia otro lado.
  Algo casi magnético, me hacia girar poco a poco. Sus labios rozaban mi piel. Poco a poco. Mas cerca. Estabamos temblando. Llegamos a un punto en el que besó la comisura de mis labios.
  Era irresistible. Era inevitable. Éramos los dos dejándonos llevar por atracción. Nuestra respiración era más y más pesada. Giré la mitad de mi cuerpo hacia el, tome su mejilla y lo besé. Nos besamos. Solo un beso. Simple, pero infinito...
   Nos separamos inmediatamente. Reiamos, pero conscientes de la situación, mintiendo, volviendo a nuestra primera posición, volviendo a ver a los chicos del lugar jugando, lo dejamos claro:
- Jaja ¿Que estamos haciendo?
- Eso no esta bien. Eso estuvo mal. ¿No? Jeje
- Claro. Lo esta. Lo esta...
 
  Sus brazos, me abrazaban calidamente mientras escondía su rostro en mi cuello. Podía sentir sus nervios.  Realmente, estaba mal. Negro."
   Lo único que puedo recordar después de ese sueño es:  Luché contra un caballero que se habia convertido en rey. En la batalla, mi teléfono celular grabó sonidos accidentalmente. Llegó otra escena en la que lo tomé y reproducia lo recopilado en él. Solo pude escuchar una frase. El caballero/rey. Su voz era profunda:
- Despieeeeerta... Despieeeeertaaaaa....
Abrí mis ojos e inmediatamente escuché el zumbido del motor de una avioneta. Volando sobre mi casa, inmediatamente después de eso, la alarma del teléfono celular de mi padre se activó. Eran las 7:00 am.
  Querido lector, aún si me lastimo,
necesito distraerme. Necesito alcohol...

miércoles, 2 de agosto de 2017

Sueño #024: Respuesta

"Solos. De pie uno frente al otro. Lo único que podíamos escuchar era el televisor en la sala de estar. Intentábamos reparar algo en la cocina. Pero, nuestro entorno cambió. Tenía calor. De la nada, ppr alguna razón, algo me empujaba suavemente hacia él. Como si algo moviera la barra de la cocineta detrás de mi. Dejándonos en una trampa. Sin salida. Nuestros pechos se unieron de forma suave. El me miró. A los ojos. Su rostro se acercaba a mi. No había escape. Un beso. Abrí mis ojos, sorprendida. Pero el hizo lo mismo. Algo molesto, pero con oscuras intenciones, los entrecerró.
  ¡¡Auch!! Una mordida. Una pequeña mordida en mi labio inferior. Dolió. Eso dolió. Eso me gustó...
  Me aparte de inmediato. La temperatura de mi cuerpo se elevó. Mis oídos, ardían. Seguíamos mirándonos. Yo con cara de molestia.  Él hablo primero:
- ¿Qué tienes? Dime.
Su risa descarada denotaba su nerviosismo. Se estaba haciendo el valiente. Caminó un poco en la cocina, solo para aparentar tranquilidad. Continuó:
- Oie, ¿a que le tienes miedo? ¿Por qué nunca quieres decírmelo? Anda. Dime, ¿a que le tienes miedo?
- No tengo porqué decirlo..."

  Querido lector,  simplemente, esta mal.
El tiempo se acaba.