"Mi familia había decidido adelantar nuestras vacaciones. Pero yo no estaba deacuerdo. A nadie le gusta tropezar con paredes de concreto lado a lado. Compras y restaurantes caros. Lo consideraba realmente aburrido. La ciudad era lo que menos esperaba. Alquilamos departamentos cerca del ventro. Guardamos ahi nuestras pertenencias y subimos de nuevo al auto. Negro. Con cristales oscuros. Menos libertad...
Cerca de ahí, al frente, oficinas. Detrás xde los departamentos, vías de ferrocarril. En contra esquina, a la derecha, una tienda de autoservicio bastante conocida.
Cabizbaja y sin esperanzas de divertirme, veia la alfombra en el piso de el auto. Una sensación de inquietud me invadió por completo. Levante la mirada y gire mi cabeza en dirección a esa tienda. Un nudo en la garganta, mis ojos bien abiertos, mi corazón algo alterado y mi cara de asombro, reflejados en el cristal: El estaba ahí...
Intentaba cruzar la calle. A juzgar por el vaso de café en su mano, habia salido de aquella tienda. Hacía frío. Una mochila en hombro y una sudadera negra.
Mientras el auto salia del estacionamiento en reversa, casi involuntariamente, comenze a golpear el cristal con las palmas de mis manos. Desesperación combinada con una enorme dosis de adrenalina. En mi cabeza, muy fuerte gritaba: "¡¡¡¿Qué rayos haces aquí?!!!, ¡¡¡¿Por qué?!!!". El tiempo casi se congelaba. Él no podía verme, pero veía el auto casi como su supiera lo que ocurría. El tiempo regresó. El auto se alejaba pero yo continuaba con la mirada clavada en aquella intersección. Podia observarlo. Tomó su teléfono celular y con una sonrisa, siguió su camino.
Algo sorprendida y triste, volví a mi asiento. A seguir viendo esa alfombra. Entonces mi teléfono, timbro. Un mensaje: "Me quede dormido en casa de una amiga. Compré café. Ire a mi departamento a dormir un rato". "
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