"Mucho frío. Apenas soportable para mí. Un frío encantador para los vacacionistas. Era de esperarse encontrar a los huéspedes con grandes abrigos y cabezas cubiertas con tejidos. Vasos humeantes con el café de la tarde.
El gran hotel se ubicaba a orillas del mar. Básicamente, era un muelle lujoso. Rodeado de montañas nevadas. Mi trabajo era simple, pero importante: remodelar el balcón principal de la planta baja. Un diseño simple que debía repararse pronto. El mar agitado en plena tormenta lo habia tragado por completo.
Un día tras otro, fallé. Cada vez que construía, mi avance se derrumbaba. Me encerraba en mi habitación, pensaba, diseñaba, borraba, bebía, comía, volvía a los tablones de madera y el agua salada a mis botas.
Después de trabajar un poco, salí a respirar un momento. A caminar y mojar mis pies descalzos. Era agradable, a pesar de ese clima hostil. Podía ver las rocas bajo el agua tan claramente. El mar abierto en el estrecho. Montañas que casi podían tocarse. El crepúsculo creaba un cielo rosado con toques de dorado en las inmóviles nubes.
Regresé al hotel. Crucé por el vestíbulo con mis manos en los bolsillos. Noté que habia personas conocidas para mi. Per, parecían no reconocerme. Lo ignore. Seguí paseando. Volví al trabajo. Por ultima vez. La última. Lo logré...
Terminé el balcón. Nada mejor que un buen café para celebrar. Escuchaba el oleaje, una hermosa vista al horizonte, las personas alegremente conversando. Un grupo de chicos algo escandalosos, celebraban.
A la tarde siguiente, fui al área de cafetería ubicadaen un pequeño rincón del hotel, cerca de mi área de trabajo. Sobre el mar. Otra bella vista a las montañas.
Una voz conocida. Detrás de mi. Me hizo estremecer. Un abrigo y un gorro negro que resaltaban elegantemente entre la multitud. De nuevo, fui víctima de lo inesperado:
- ¿Qué haces aquí?
- Mis amigos. Me trajeron a este lugar por mi cumpleaños. Anoche estábamos bebiendo. Era un escándalo...
- Es muy bello aquí.
Fijé la mirada en el horizonte mientras decía aquello. Pero algo me hizo mirarlo a El. Me rodeó con sus brazos, dejando los míos sobre su pecho. Dejándome inmóvil. Su barba crecida a medias, resaltaba aquel gesto. Ese que no cambia. Ese que no puedo olvidar, jamás: su sonrisa.
- Lo curioso de esto es que, al final, la sorprendida fuiste tú...
- ¿Eh...?
Me besó".
No se cuántas veces más seguirá sucediendo. No me disgusta o me molesta. Sólo puedo decir qué, no hay nada más alla de esto. Él es importante para mi. Es todo.
Querido lector, necesito vacaciones. Estoy muy cansada...
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